viernes, 18 de febrero de 2011

De preguntas y reclamos.

No sé cómo ni sér por qué, pero esta semana me ha dado un no sé qué que no me dejan en paz. Pinche mezcla amorfa. No puede decir que es enojo, tristeza, presión, nervios. Sin más no encuentro la palabra para describirlo, en todo caso es un severo caso de "sepalamadreque"
Me dí a la bonita tarea de sacarlo de mi sistema, pero ¿Cómo sacar algo que ni siquiera sé que es? Le busqué. Empecé por mi remedio de la infancia, seguro lo han hecho alguna vez. Ese de tomar una pluma y un cuaderno, abrirlo y rayonearlo. Y digo rayonearlo, rayonearlo hasta que se rompa la hoja, hasta que la tinta se pase a las siguientes 5 hojas, hasta que se acabe la tinta o hasta que se chingue la mano. Rayar como si así fuese a tapar, a ocultar lo que se tiene dentro.
Pa' ser breves, no funcionó. Fuí, dí vueltas, buscando como sacarlo. Nada. Leí, cuanto libro me encontre lo abrir a prisa buscando no sé bien que escondida entre línea y línea. Quién sabe, igual y en el prólogo que siempre ignoro estaba mi respuesta. De nuevo, nada, aunque admito me permiti robar varios pasajes pa´debrayar, pa' escapar un rato.
Fui con mi eterna amiga, la música. The Doors, Los Beatles, pase por el J-Pop y hasta confesaré que escuche una que otra que... Bueno, nada, como pocas veces me ha pasado las canciones terminaron por confundirme, por hartarme aún más.
Así pasé por varias prácticas. Escribí, pero no termina nada (vaya a este paso tampoco creo terminar esto) Salí y me puse a platicar con las pocas estrellas que esta ciudad permite ver. Ví una que otra película. Eche tuit tras tuit, pero seguía sin encontrar, sin saber que era lo que tanto me estaba fregando.
Y pues pasó y no pasó nada. Hasta que...
Creo que más del 50% del día lo paso sola, pero no fue hasta aquél momente que sentí que realmente estaba sola conmigo, que si tenia algo que decirme era ahora el momento. Y entonces perdí...
Grite como en mi vida habia. No sé si me estaba gritando a mi misma o a quién carambas. Sé que mi perra tenia una de miedo y confusión. Me imagino, si ella se hubiese a gritar de la nada, también la hubiera visto así... O más bien correría algo psicólogo.
Mi conversación fue algo así: Mentada de madre-Pregunta-Pregunta-Palabras altisonates varias-Pregunta-Reclamo-Reclamo-Reclamo (x10) -Varias cosas que no entendí o no recuerdo. Y así.
Le mente la madre a todo y a todos los que pude, apesar de saber que yo era la única en mi cama.
Empecé por reclamarle a mi cama y al relój el haberme dejado dormir tanto... Más tarde le reclamaría por hacer pasar el tiempo tan despacio.
Luego le reclame al día. Le pregunte que por qué estaba tan soleado y a la vez tan solitario. Así siguieron una serie de reclamos. A la radio por poner canciones tan estúpidamente a doc. A mi libreta y a la pluma por no ayudarme a escribir nada. Hasta a mi desayuno le reclame por darme tanta hueva.
En resumidas cuentas, le mente la madre a la vida, asi tal cual. Y así, peleada con la vida y a pesar de que recién me habia despertado, decidí volver a la cama. Creo que no tomo más de dos minutos antes de quedarme dormida. Soñé alguna tontería que no recuerdo bien, pero cuando desperte estaba un poco más tranquila.
Entonces siguió otra serie de preguntas y reclamos. Pero esta vez la única juzgada sería yo. Me pregunta por qué era como era. Ciertamente me gusta como soy, pero de verdad a veces no me entiendo (como hoy) ¿Qué si estoy segura de querer hacer lo que estoy haciendo? ¿Qué si voy a poder, que si quiero?
Entonces me dí cuenta de que por no sé cuánto tiempo he buscado las respuestas. Las he buscado en los lugares mas extrañas, entre mi cama siempre destendida, entre las palabras de extraños, entre los silencios, en todos lados... Pero la verdad, nunca me he sentado a hacerme las preguntas.
Sé a que hora me voy a parar mañana, sé que voy a estudiar, sé que voy a hacer el viernes, sé que todos los días tengo la casa dispuesta y sola para mí hasta las 3:00. Blah, blah, blah...
Que ya me fuera, que deje el papel de víctima para otros, que el miedo no me da protección ante mis errores. Que si no me calmo, si no me escucho, entonces seguirá igual o peor. Que así no es justo, ni para mí, ni para los demás. Así no.
Pero las respuestas no me llegarán hasta que encuentre las preguntas que en verdad necesito. Pero no encuentro bien ni el tiempo, ni la forma para hacerlas. Me da miedo. Me da miedo, preguntar, encontrar la respuesta aunque no me guste o peor no encontrarla. Pinche ruído contenido en este silencio, en mi cabeza.

Usted hable, que al que no habla Dios no lo escucha y el que no pregunta no recibe sus respuestas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario