sábado, 19 de septiembre de 2009

Poeta por ti.

He aprendido cómo andar
por encima del sol sin quemarme los pies.
Lo he podido abrazar
sin notar el calor que dicen que desprende
He aprendido a volar
con el viento que sopla tan solo "pa" verte.
Aun si llegas a estar lejos,
vendré a buscarte y más tarde quién sabe.
Quiero ser poeta
y decirte a la cara
que me gustas un poco o mejor con locura.
Quiero ser poeta
y rogarte por la cara
que te quedes un rato o mejor para siempre.
He aprendido a amarte cada día un poco más.
Quiero ser poeta...

Los amorosos.



Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre ¡qué bueno! han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.


El poema es "Los amorosos" de Jaime Sabines.
Aunque pueda haber una vida de adversidad para los amorosos, creo yo que no hay manera de vivir sino como lo hacen ellos, los amorosos.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Cosas que no cambian

Hay promesas que se hace, sólo para romperse.
Cartas por escribir, que no serán jamas enviadas.
Pasiones dignas de recordar. También rencores que no se olvidan.
Lágrimas que se secan; heridas que no cierran.
Las palabras que jamas diremos, acompañadas de las disculpas que no pediremos.
Errores que no perdonaremos, que no dejaremos atrás. Errores que marcan.
Poemas sin dedicatoria. Canciones que ya no hablan más de ti.
El silencio que perdura y un camino que se repite sin fin.
La ilusión pasajera que termina con la primera distancia que se interpone.
La melancolía con sus recuerdos que nunca nos abandona.
El pasado que borra el presente; que mancha el futuro.
La monotonía, el silencio, la indiferencia que eventualmente regresa a nosotros, por nosotros...
La costumbre que siempre nos atrapa.
Eventualmente esta "rutina" destructiva que compartimos nos alcanza.
Terminamos y empezamos y vamos otra vez, dando vueltas siempre en el mismo circulo.
Como hay cosas que repetimos un y otra vez.
Errores de los cuales no aprendemos.
Cosas inexplicables, aquéllas que no entendemos.
Tropezamos y caemos de nuevo con lo mismo.
Sin cambio alguno...
Hay cosas que nunca cambian.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Te miro


Qué tienes, qué tenemos,
qué nos pasa?
Ay nuestro amor es una cuerda dura
que nos amarra hiriéndonos
y si queremos
salir de nuestra herida,
separarnos,
nos hace un nuevo nudo y nos condena
a desangrarnos y quemarnos juntos.
Qué tienes? Yo te miro
y no hallo nada en ti sino dos ojos
como todos los ojos, una boca
perdida entre mil bocas que besé, más hermosas,
un cuerpo igual a los que resbalaron
bajo mi cuerpo sin dejar memoria.
Y qué vacía por el mundo ibas
como una jarra de color de trigo
sin aire, sin sonido, sin substancia!
Yo busqué en vano en ti
profundidad para mis brazos
que excavan, sin cesar, bajo la tierra:
bajo tu piel, bajo tus ojos nada,
bajo tu doble pecho levantado
apenas
una corriente de orden cristalino
que no sabe por qué corre cantando.
Por qué, por qué, por qué, amor mío, por qué?